Aproximadamente el 15% de los embarazos acaban en aborto espontáneo. Además, una vez que ocurre el primero, las posibilidades de sufrir un segundo son todavía mayores, de forma que, si se produjera, podríamos estar ante un caso de aborto recurrente o de repetición (hasta un 1% de las parejas lo sufren). Los especialistas indican que sería necesario empezar el estudio a partir del cuarto aborto, aunque dependiendo de la edad de la pareja es posible comenzarlo a partir del tercero.
La causa de los abortos de repetición puede ser variada, sin embargo muchas veces resulta dificil asociar una patología concreta como la verdadera causa de pérdida embrionaria. Entre las causas más probables se encuentran aquellos factores que pueden causar trombofília o patologías uterinas, pero también otros factores nutricionales o ambientales. Además, también es determinante la edad de la gestante, así como la presencia de alteraciones genéticas, las cuales pueden ser heredadas o bien producirse de novo durante el desarrollo embrionario.
Entre los estudios a realizar en parejas que sufren abortos de repetición, resulta extremadamente útil la realización de un cariotipo a ambos miembros de la pareja, e, incluso, a los restos abortivos. En él se estudiará la presencia de algún tipo de alteración cromosomica (las más frecuentes son las translocaciones recíprocas balanceadas), que si bien resulta asintomática en el paciente, a la hora de producir gametos puede hacer que estos se encuentren genéticamente alterados. La combinación de sus gametos con los de su pareja llevará a la generación de un embrión que muy probablemente presente una cromosomopatia, y con ello (en la mayoría de casos) a una pérdida de la gestación.
Otra alternativa, sería la realización de una técnica denominada FISH. En ella, mediante sondas especificas que hibridan especificamente en los cromosomas del paciente, es posible analizar si estos contienen el número adecuado, o si, por el contrario, presentan alguna pérdida o ganáncia de material genético.
Ambas técnicas, sin embargo, presentan algunos inconvenientes. Un cariotipo tradicional implica la realización de un cultivo celular, el cual debe crecer durante varios días hasta obtener un número adecuado de células que nos permita analizar un número mínimo de fases metafásicas. Además, la técnica se lleva realizando durante más de 50 años prácticamente sin variación, lo que lleva que su elaboración sea altamente artesanal y que le imprime un caracter altamente subjetivo. En la técnica FISH, en cambio, analizaremos tan solo algunos fragmentos en algunos cromosomas, hay un límite de sondas que se pueden emplear y para poder analizar completamente todo el cariotipo hemos de recurir al uso combinativo de estas, siendo el proceso altamente laborioso.
En la práctica suele prepararse un ensayo de cariotipo tradicional, y unicamente si se encuentra alguna alteración se planifica el ensayo FISH. Si, por el contrario, se realiza el ensayo FISH directamente se suele centrar en aquellos cromosomas que se alteran con más facilidad, como el 13, 18, 21, X e Y. Finalmente, recalcar que en ambos casos, los resultados pueden resultar extremadamente variables, dependientes de la población en el que se mueva el paciente y de la persona que realiza el análisis.
En Bioarray, disponemos de una técnica novedosa para el análisis de restos abortivos. El array DACrA ha sido específicamente diseñado para identificar alteraciones cromosómicas que ya se encuentren presentes en los restos, de forma que se puede detectar la presencia de alteraciones tanto en los progenitores como en el propio embrión. Nuestro array se basa en la realización de un cariotipo molecular, el cual es capaz de multiplicar por 10 la resolución del cariotipo tradicional, eliminando cualquier posibilidad de injerencia subjetiva y evitando la necesidad de realizar cultivos celulares (reduciendo con ello el tiempo para proporcionar un resultado).
Paneles de Enfermedades Mitocondriales